I
ESTACIÓN. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
Después
del paso del Mar Rojo el pueblo es llamado a vivir un tiempo de aprendizaje.
Durante este peregrinar Dios le condena a recorrer el camino marcado por la Ley
y la Alianza, un camino donde aprenderá a ser libre.
Jesús
es obligado a cargar con la cruz para así alcanzar la mayor libertad que un ser
humano a experimentado y liberarnos de la esclavitud. El via vía es este
itinerario.
Señor,
ayúdanos a asumir que solamente se es libre entregándose totalmente a tu
proyecto.
II
ESTACIÓN. JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
Moisés será quien conducirá al pueblo de la tierra de la
esclavitud a la tierra que mana leche y miel, para ello le exige que cargue con
un pueblo de dura cerviz, éste será su cruz.
Al cargar Jesús con la cruz carga con nuestro pecado, es
decir, con cada uno de nosotros. En este camino nos conduce de la tierra del
pecado y la esclavitud a la tierra de la gracia y la libertad.
Señor, al recorrer este camino contigo te miramos con gratitud,
en ese camino va nuestro nombre, nuestra vida y nuestra salvación.
III
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
En Sin el pueblo protestó, añorando las ollas de Egipto.
Dios salió en ayuda del pueblo, haciendo llover el maná.
En el camino de la cruz cansado, después de haber sufrido
los azotes y las burlas, Jesús cae. En el suelo añora el tiempo de Nazaret, los
años de aparente libertad, pero el amor del Padre levanta al hijo caído.
Señor, también nosotros a veces añoramos los contravalores y
un estilo de vida diferente, solamente la eucaristía nos ayuda a mantenernos
firmes en el camino del Evangelio.
IV
ESTACIÓN. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
El
pueblo pidió agua a Moisés y Dios como una madre sació la sed de sus hijos
haciendo brotar agua de la roca de Orbe.
La
presencia de María en el camino de la cruz se transforma en agua cristalina que
sacia la sed de Jesús, sed de amor y compasión.
Señor,
gracias por ofrecernos a tu madre, ella es en nuestro camino el agua que alivia
nuestra sed.
V
ESTACIÓN. EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ.
Los
amalecitas atacaron a los israelitas en Rafidín. Josué salió a luchar contra
ellos, mientras Moisés oraba desde lo alto. Aarón y Jur, en aquella larga
jornada, sostenían sus brazos.
En
su lucha contra el pecado un hombre sale al encuentro de Jesús, le ayuda a
llevar la cruz y así derrotar la muerte.
Señor,
en nuestra vida necesitamos de la oración para vencer el pecado y ser libre,
danos sed de ti.
VI
ESTACIÓN. LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS.
Moisés
quiere asumir todo el peso del camino, sentándose a juzgar. Será Jetró, su
suegro, quien le pidió nombrase jueces, éstos aliviaron la carga.
Jesús
en el camino se deja amar y ayudar. Una mujer, Verónica, será quien enjugue su
rostro.
Señor,
te pedimos nos ayudes cada día a dejarnos amar y ayudar por los otros.
VII
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Moisés
subió al Monte Sinaí. Allí Dios le entregó el Decálogo. Pero mientras el pueblo
cayo en el pecado de la idolatría, fabricando un becerro de oro al que adora
como su salvador.
Es
la idolatría la que hizo caer a Jesús, la idolatría de quienes consideraban al
Emperador Señor con poder sobre la vida de los demás.
Señor,
aparta de nosotros toda tentación de buscar la felicidad en los ídolos, hechura
de manos humanas, como son el dinero, el poder, el prestigio, el integrismo.
VIII
ESTACIÓN. JESÚS AMONESTA A LAS MUJERES
DE JERUSALÉN.
Las
lágrimas de estas mujeres recuerdan las lágrimas del pueblo de Dios a causa del
pecado y el castigo inminente.
Jesús
anuncia lo que ocurrirá años después. Estas mujeres llorarán por sus hijos
condenados a muerte, a la esclavitud y al destierro después de la caída de
Jerusalén.
Señor,
muchas veces podríamos evitar lamentos si escuchando tu voz evitásemos el
pecado.
IX
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
Viendo
el Faraón que había cesado la lluvia, el granizo y los truenos volvió a pecar y
se puso terco, él con su corte, y se empeñó en no dejar salir a los israelitas.
De
nuevo la terquedad llevará al Faraón y su corte a pecar y mantener en la
esclavitud al pueblo, provocando tres plagas más, la langosta, las tinieblas y
la muerte del primogénito.
Señor,
ayúdanos a reconocerte a ti como Señor de nuestra vida.
X
ESTACIÓN. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Los
ázimos lleva consigo hacer desaparecer de las casas toda levadura, lo que va a
empezar es algo nuevo, la Pascua. Por eso el pueblo se despoja de lo viejo, la
levadura.
Antes
de ofrecerse en la cruz, la Pascua de Cristo, también el se despoja del vestido
viejo, comienza una nueva realidad en su persona, despojado del hombre viejo,
en palabras de Pablo, renacerá el hombre nuevo.
Señor,
que nosotros también sepamos despojarnos de todo lo viejo para acoger la
novedad del Evangelio.
XI
ESTACIÓN. JESÚS ES CRUCIFICADO.
Los
ázimos y el cordero sacrificado son los dos ritos centrales de la Pascua.
Degollado, su sangre será la contraseña, el salvoconducto que salvará al pueblo
de la muerte.
El
cordero representa a Cristo que se inmola por nosotros, se sacrifica en la
nueva y definitiva Pascua. Con razón Jesús se compara con el cordero
sacrificado que expía sus pecados por todo el pueblo.
Señor,
al contemplarte en la cruz te pedimos abras nuestros ojos para descubrir la
grandeza de un Dios que se entrega por nosotros en el acto supremo de la
misericordia y amor divino.
XII ESTACIÓN. JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
Murió aquella noche el primogénito del Faraón y su muerte
abrió los cepos de los esclavos y la puerta de la libertad. Con la muerte de
los primogénitos el pueblo de Dios pasa a ser un pueblo libre que después de
peregrinar por el desierto y experimentar en el Monte Sinaí la Alianza
alcanzará la tierra prometida.
Cristo es el primogénito de Dios, su muerte nos abre los
cepos del pecado y la puerta de la libertad. Con su muerte, el nuevo pueblo de
Israel, la Iglesia y en ella la humanidad pasa a ser un pueblo libre que
después de peregrinar por el desierto de la vida y experimentar en el monte
gólgota, la Eucaristía, la Nueva Alianza, alcanzará el Reino de Dios.
Señor, ante tan gran misterio sólo puedo saborear mi
condición de hombre nuevo llamado a la
libertad de los hijos de Dios.
XIII
ESTACIÓN. JESÚS ES DEPOSITADO SOBRE LOS BRAZOS DE SU MADRE.
El
pueblo libre fue depositado en los brazos de Dios madre, quien los conducía,
guiándolos de día en una columna de nube
y de noche en una columna de fuego.
El
cuerpo muerto de Cristo también experimento la presencia de Dios en la madre,
en los brazos de María Cristo muerto para este mundo esperó alcanzar la
resurrección.
Señor
te pedimos por María para que en el momento del tránsito también nosotros
podamos experimentar su presencia maternal en la hora de nuestra muerte.
XIV
ESTACIÓN. JESÚS ES SEPULTADO Y RESUCITA AL TERCER DÍA.
La libertad efectiva solamente ocurrió cuando el pueblo
atravesó el mar Rojo, sus aguas sepultaron al ejército del Faraón y dejando
atrás la tierra de la esclavitud emprendieron el camino de la libertad.
Cristo
fue sepultado y al tercer día el ejercito de Satanás fue derrotado, siendo
sepultado por las aguas torrenciales de la misericordia de Dios y liberando,
con la resurrección de Jesucristo, a sus
hijos de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Señor
que cada día experimentemos nuestra libertad. Con Cristo hemos sido sepultados
a la muerte y resucitados a la vida.
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