I
ESTACIÓN. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
Susana
fue una joven condenada por los dos ancianos a muerte, la honradez de esta
muchacha contrasta con la maldad de los dos viejos. Ella prefirió morir a
pecar. Dios por medio de Daniel la liberó.
La
fidelidad a nuestra conciencia nos lleva a veces a ser condenados injustamente
por los demás, a no ser comprendidos e incluso en alguna ocasión nos puede
conducir a la calumnia.
Señor,
ayúdanos a tener siempre valor para ser fieles a ti, aunque ello conlleve el
ser condenados a muerte, como Susana, como tu Hijo.
II
ESTACIÓN. JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
La imagen de Isaac cargando con la leña, camino del monte
Moria representa a Cristo que cargó con la cruz camino del monte Gólgota,
situado a pocos metros del primero.
La fidelidad al Evangelio significa muchas veces emprender
el camino de la cruz, cargando con ella, siguiendo el mandato de Dios, en la
incertidumbre y el desconcierto, fiándonos de aquel que nos llama.
Señor, enséñanos a cargar con nuestra cruz, la cruz de morir
a nosotros mismos, aunque a veces nos cueste y no lo comprendamos.
III
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
La primera caída fue la del hombre, representado en Adán y
Eva. Ellos en aquel lugar cayeron porque se sentían seguros y querían vivir de
espaldas a Dios.
El ser humano, hijo de Adán y Eva, también cae cada vez que
quiere comer del árbol del bien y del mal, construir su vida la margen del
creador, decidiendo él lo que es el bien y la verdad.
Señor, sabemos que muchas veces preferimos escuchar otras
voces a la tuya y así experimentamos pasos adelante el dolor de la caída, de
sentirnos seres inútiles, crea en nosotros deseos de escucharte y seguir tu
voz.
IV
ESTACIÓN. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
Siglos
atrás de María, una madre fuerte, madre coraje, tuvo que sufrir el contemplar a
sus siete hijos torturados y asesinados, ella alentaba a los hijos a mantenerse
fieles a la Ley, como María en el Calvario alentó a Cristo a no desistir en el
camino hacia la cruz.
En
nuestro camino muchas veces hay momentos duros, debido a la enfermedad o los
contratiempos, pero siempre están junto a nosotros personas que nos alientan.
Señor,
no te pedimos que apartes de nosotros las enfermedades o los contratiempos,
sino que en el camino envíes siempre una Madre de los Macabeos que nos ayude a
ser fuertes y no rendirnos.
V
ESTACIÓN. EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ.
Cuenta
el libro de los reyes como el rey David envejeció y la ancianidad trajo consigo
los achaques y sufrimientos, entre ellos el frío. Fue Abisag, la sunamita,
quien arropando al anciano rey logró aliviar el sufrimiento.
Muchas
veces la presencia y el calor de las personas constituyen el mejor alivio en la
vida.
Señor,
que cada uno de nosotros sea capaz de hacerse presente allí donde un hermano
necesita la insignificancia de nuestra presencia.
VI
ESTACIÓN. LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS.
Tobit
fue un hombre que trataba de ayudar a los demás, así cada tres años daba el
diezmo a los huérfanos y viudas y a los prosélitos agregados a Israel, también
compartía el pan con el hambriento y la ropa con el desnudo.
Tobit
y la Verónica encarnan a tantas personas que salen al encuentro de los que
sufren, ayudándoles en sus necesidades y no cerrando el corazón al dolor del
hermano.
Señor,
te pedimos que nuestro corazón sea como el de este personaje del Antiguo
Testamento, capaz de escuchar y atender al hermano que sufre.
VII
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Cayó David, el rey bueno, fiel a Dios y modelo de
gobernante. Su pecado lo conocemos, se acostó con Betsabé y mató a su esposo,
Urías.
También nosotros, personas que tratamos cada día de ser
fieles a Dios y al Evangelio caemos, hacemos el mal que no queremos, nos
dejamos llevar por el pecado. Pero la infidelidad a Dios es la puerta a
descubrir el amor y la misericordia del Padre.
Señor, no te pedimos que no pequemos, pues esto es
imposible, pecadores nos concibieron nuestros padres, sino que seamos capaces
de reconocer nuestro pecado e implorar tu misericordia.
VIII
ESTACIÓN. JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN.
Los
profetas lloraron la desgracia de Jerusalén y a la vez mostraron el consuelo
que viene de la vuelta a Dios, ellos fueron claros como Jesús e invitaron a no
quedarse en lamentos, sino a rasgar las vestiduras, reconocer la infidelidad y
volver a adorar al Único Dios.
Los
lamentos en sí no van a ningún sitio, deben llevarnos a mirar de nuevo a Dios y
descubrir en él al único que puede cambiar el luto en danza, las lágrimas en
risas.
Señor
te pedimos que ante los sufrimientos propios o de los demás no nos quedemos en
lamentos sino que busquemos tu voz que nos habla en los momentos difíciles de
la vida.
IX
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
Salomón
es el rey sabio de la Biblia, hombre prudente y justo, sin embargo, también
cayó. Su pecado fue la idolatría, construyendo santuarios en honor a los dioses
de sus esposas extranjeras y adorándolos.
También
nosotros tenemos nuestros ídolos a los que rendimos culto y honor, en algún
momento de nuestra vida. A Salomón dio le habló y acusó. A nosotros a través de
la Palabra de Dios denuncia nuestras idolatrías.
Señor
te pedimos para que estemos atentos durante esta cuaresma a las lecturas de la
misa, meditándolas en nuestro corazón y dejando que desvele nuestras
idolatrías.
X
ESTACIÓN. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Las
palabras de Job son elocuentes, “desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo
volveré a él. El hombre justo y bueno fue despojado de sus hijos y su cuerpo
cubierto de llagas malignas. Job acepta la desgracia.
En
nuestro peregrinar por la vida muchas veces somos despojados de lo que más
amamos, surge entonces un grito de protesta y rebeldía o surge el grito de Job:
“Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males”.
Señor,
ayúdame en los momentos de desgracia a no pecar con mis labios contra ti y a
confiar totalmente en tu Amor.
XI
ESTACIÓN. JESÚS ES CRUCIFICADO.
José fue vendido por sus hermanos. Aquel muchacho libre que
gozaba del amor de su padre Jacob se vio encadenado y deportado a Egipto como
un esclavo, sin embargo Dios no le abandonó en el infortunio.
A veces los demás nos crucifican, con sus palabras y
acciones, o la vida nos lleva a someternos a la voluntad de los otros, por
motivos del trabajo, la enfermedad o los contratiempos.
Señor hoy queremos pedirte despiertes nuestros sentidos en
los momentos en los que nos sentimos esclavos del trabajo o de los demás, para
sentir tu mano cerca de la nuestra.
XII ESTACIÓN. JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
La
primera muerte del justo fue la de Abel, el hijo de Adán y Eva. Ofrecía
sacrificios agradables a Dios, provocando los celos de su hermano Caín. En la
muerte de Abel se encuentra prefigurada la de Cristo, quien por envidia de sus
hermanos de sangre fue crucificado.
La
envidia al justo le trae consigo la calumnia, el sufrimiento y la muerte. Esta
es la historia que se repite. ¡Cuantos justos sufren víctimas de los celos de
sus hermanos!
Señor
te pedimos para que nuestros labios y nuestras manos nunca se levanten contra
los justos que nos rodean, apaga de nosotros todo sentimiento de envidia o
celos.
XIII
ESTACIÓN. JESÚS ES DEPOSITADO SOBRE LOS BRAZOS DE SU MADRE.
Aquella
mañana el llanto se adueñó de Egipto, las mujeres hebreas lloraban la muerte de
sus hijos, lanzados al río Nilo. Y el clamor de las madres llego al Cielo y
Dios escuchó el lamento de los oprimidos.
Son
muchas las madres que lloran por sus hijos, por tantos jóvenes asesinados en
los países de guerra, tantos niños condenados a muerte por el hambre y la
violencia.
Señor,
en esta estación no te pedimos por nosotros sino por las madres que lloran cada
día la muerte de sus hijos en las guerras, la carretera, los hospitales.
XIV
ESTACIÓN. JESÚS ES SEPULTADO Y RESUCITA AL TERCER DÍA.
“Paloma
mía que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame
ver tu figura”. Así canta el amado a la amada en el libro del Cantar de los
Cantares. El Amado busca a quien se esconde en la profundidad de la montaña.
Después
del largo peregrinar por el via crucis el Padre llama al Hijo, que oculto en la
roca, se levanta y sale resucitado al encuentro de aquel que le ama.
Señor,
al concluir este via crucis te pedimos por nosotros para en la noche de la
pascua, después de la cuaresma escuchemos tu voz viva y cálida que nos llama a
resucitar con Cristo.
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