I
ESTACIÓN. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
Y
Dios dijo a Abraham: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, a la tierra
que te mostraré”.
Jesús
como Abraham tienen que salir de su tierra, la que le da seguridad, para
emprender el camino incierto del desierto de la vía Dolorosa.
Señor,
te pedimos no tener miedo a salir de nosotros mismos.
II
ESTACIÓN. JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
Ante la llamada de Dios Abraham responde con un sí y
llevando consigo a su mujer Sara, su sobrino Lot, sus criados y la pesada carga
de los setenta y cinco años, asume la voluntad de Dios y emprende el camino por
el desierto.
Jesús y Abraham acogieron la cruz, es decir, la voluntad de
Dios y la llevaron sobre sus hombros con fe, confiando totalmente en quien les
prometió una tierra y una descendencia, Canaan y el pueblo hebreo, la Gloria y
los cristianos.
Señor, te pedimos nos ayudes a asumir tu voluntad y cargar
con fe con la cruz de la radicalidad evangélica.
III
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
Llegaron a Egipto y Abraham pecó. Bajó a Egipto y allí por
miedo a ser asesinado para quedarse con su esposa le obligó a pasar por hermana
suya. De este modo el Faraón la tomó y benefició a Abraham, causando el castigo
de Dios al mandatario.
Cristo cayó al comenzar su peregrinar, también Abraham en su
camino cayó por miedo a la muerte.
Señor, te pedimos nos ayudes a no tener miedo en nuestro
peregrinar hacia ti.
IV
ESTACIÓN. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
Melquisedec
salió al encuentro de Abraha. El sacerdote le ofreció pan y vino y le bendijo.
María,
ella al igual que el sacerdote, había entregado su vida a Dios, sale al
encuentro de Cristo en el camino hacia la cruz, le ofrece el pan del amor
maternal y el vino del aliento.
Señor,
cada día tú sales a nuestro encuentro y en el camino hacemos un alto para
recibir de ti el pan y vino ofrecidos por el sacerdote en la eucaristía y
transformados en tu cuerpo y sangre.
V
ESTACIÓN. EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ.
Abraham lleva una pesada cruz. Es rico pero en su
ancianidad no tiene hijos que hereren su fortuna, la cual pasará a manos de un
criado. Sin embargo Dios no le deja solo, sale a su encuentro para ofrecerle
una palabra de esperanza: su descendencia será tan numerosa como las estrellas
del cielo.
Dios
en su providencia no deja solo al que sufre. A través de una visión o a través
del cireneo ayuda a llevar la cruz.
Señor,
también nosotros necesitamos de tu palabra y de los cireneos que nos ayuden a
superar las preocupaciones que nos aplastan.
VI
ESTACIÓN. LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS.
Sara
fue la compañera de Abraham en su caminar por el desierto, a ella le
correspondió ser amiga, compañera y depositaria de todas sus esperanzas: ser
padre de una multitud.
Cristo
se encontró en el camino con una mujer, Verónica, quien salió a enjugar las
lágrimas de su rostro como tantas veces Sara enjugó la de su esposo Abraham.
Señor,
te pedimos por nosotros para que seamos capaces de escuchar y aliviar el
sufrimiento de aquellos que viven en nuestro hogar.
VII
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
Ante la promesa de Dios Abraham cayó rostro en tierra y se
dijo sonriendo: ¿un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los
noventa?
Hay muchos tipos de caída, están las del pecado, pero las
hay sutiles, son las de la desconfianza en Dios, creer que su palabra no se
cumplirá, esta lleva a caer y quedarse inmóvil en el camino.
Señor, muchas veces salimos del camino o nos quedamos
postrados en él porque hemos perdido la confianza en tu palabra, por eso te pedimos
nos ayudes a levantarnos y seguir confiando en tus promesas, aunque parezcan
sueños imposibles.
VIII
ESTACIÓN. JESÚS AMONESTA A LAS MUJERES
DE JERUSALÉN.
Antes
que fuese destruida Jerusalén lo fue Sodoma, las dos trataron mal al leño
verde, a los ángeles enviados por Dios y a Lot. Por eso las lagrimas
posteriores no llevaron a nada.
Jesús
amonesta a las mujeres de Jerusalén, porque ante el pecado que están
cometiendo, el sufrimiento del justo se quedan con las lágrimas, al margen del
camino, como los sodomitas, sin hacer nada por cambiar.
Señor,
muchas veces ante el sufrimiento de los otros preferimos mantenernos al margen,
por eso hoy queremos pedirte para que cuidemos el leño verde y no lo
destruyamos.
IX
ESTACIÓN. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
En Guedar
de nuevo el miedo de Abraham se apoderó y le llevó a hacer pasar a su mujer por
hermana.
El
miedo crea la mentira y la mentira la injusticia, haciendo que con ella los
otros tropiecen y caigan.
Señor
te pedimos por nosotros, para que por miedo nunca aceptemos aquella máxima de
“los fines justifican los medios” y busquemos la honradez por encima de
nuestros propios intereses.
X
ESTACIÓN. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Dios
le prometió a Abraham un hijo y por fin llegó. Pero quiso probarlo obligándole
a despojarse de lo que más amaba, Isaac.
Para
subir a la cruz y aceptar la voluntad de Dios muchas veces nos pide nos
despojemos de todo, a Abraham su hijo, a Cristo de sus vestiduras.
Señor
la vida es un despojarse para que quedes tú sólo, ayúdanos a vivir totalmente
desprendidos de todo para que tú lo seas todo en nosotros.
XI
ESTACIÓN. JESÚS ES CRUCIFICADO.
Abraham levantó en el monte Moriá un altar y apiló la
leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso encima de la leña.
Isaac
es figura de Cristo, aquí vemos como en un espejo a Cristo, levantado sobre el
monte Gólgota y atado al leño.
Señor,
el dolor, siendo incomprensible y un misterio, encuentra un destello de luz en
tu cruz, como ofrenda a Dios.
XII ESTACIÓN. JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
Tomó Abraham el cuchillo para degollar a su hijo. Así, con
este dramatismo nos presenta la Biblia el sacrificio de Abraham, no se reservó
ni a su hijo, pero el ángel del Señor impidió su muerte y cambió la vida del
hijo por la de un carnero.
Sin embargo en la cruz, nadie pudo impedir la muerte del
Hijo, el Padre a diferencia de Abraham sacrificó el fruto de todas sus
esperanzas, al Hijo.
Señor, en esta estación solamente podemos darte gracias
porque para expresar tu amor por nosotros no te reservaste ni a tu hijo amado.
XIII
ESTACIÓN. JESÚS ES DEPOSITADO SOBRE LOS BRAZOS DE SU MADRE.
Abraham
regresó a su casa. Allí le esperaba Sara. Le contaron lo ocurrido y la madre
pudo abrazar al hijo que había emprendido el camino hacia el sacrificio, vivo.
María
también recibió a su hijo después del sacrificio. Esta madre a diferencia de
Sara sí lloró la muerte de su hijo, pero desde la esperanza en la resurrección,
en un abrazo más intenso que el de Sara.
Señor,
te pedimos para que un día, nuestra madre María, después de haber ofrecido
nuestra vida, en la Casa del Padre también nos abrace.
XIV
ESTACIÓN. JESÚS ES SEPULTADO Y RESUCITA AL TERCER DÍA.
Abraham
murió y fue sepultado. Pero su vida sigue presente en los hombres y mujeres de
las tres religiones monoteistas, él es el Padre de los creyentes, resucitando
cada vez que un cristiano toma la Biblia y busca realizar su camino.
Jesús
también fue sepultado y Dios lo resucitó, haciéndose presente en la vida de la
comunidad. Resucitado ha caminado junto a nosotros en este via crucis.
Señor,
te pedimos para que sepamos reconocerte en nuestro caminar, junto a nosotros,
llevando la cruz y alentándonos.
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